Fuerteaventureros cruzando la bocaina a nado.
Por Manuel Guerrero.
Una idea loca.
No recuerdo el momento exacto en que decidí cruzar a nado “ la Bocaina”, estrecho que separa catorce kilómetros las islas de Lanzarote y Fuerteventura, hace rato me venía rondando por la cabeza, ya había hecho un Ironman 10 años atrás y un año antes había hecho la travesía de Lobos ( 3 400mts), así que había que plantearse nuevos retos.
Llevaba casi un año sin entrenar, pues mis obligaciones laborales y estudios me lo habían impedido, estaba preocupado por mi salud pues había aumentado mucho de peso y cuando caminaba un poco me dolían las piernas y me sentía cansado, ese mismo día decidí no esperar más : comenzaría a nadar .
Mi primer día en la piscina me encontré con Ricardo, este había comenzado a practicar natación unos años atrás después de una lesión en el cuello por accidente de tráfico, pero una vez recuperado siguió nadando y ahora llevaba unos meses ¡¡¡ entrenando para la Bocaina!!!, estaba muy animado, solo faltaban dos meses para la prueba, en un arrebato le dije: - lo mismo si empiezo y voy asimilando volúmenes te acompaño.
Pasados quince días me encontré con Iván ( presidente del Club Triatlón Calima) y me dio el teléfono de Expedito que también la quería hacer, el muchacho venía preparándose hacía unos diez meses, pensé que estaba loco, pues nunca antes había practicado natación, triatlón y no tenía experiencia en travesías a nado, su debut sería nada mas y nada menos que en la Bocaina, traté de convencerlo para que intentara primero travesías mas cortas pero todo fue en vano, al poco rato me comentó: - Manuel, el domingo nadé cuatro horas seguidas y me duele el hombro ¿ es normal?, - yo le contesté: no, lo normal es que te dolieran los dos. Posteriormente entre Iván, Juan Pedro ( su médico de familia Ironman) y yo le convencimos para que disminuyera los volúmenes de entrenamiento y quedamos para entrenar algún día juntos.
Los entrenamientos:
Mis entrenamientos fueron casi exclusivamente de volúmenes, las dos primeras semanas fueron de adaptación con 1-2 kilómetros diarios, las dos siguientes entre 2-4 kilómetros, las tres siguientes entre 4-7 kilómetros y la última bajé la carga para llegar fresco, descansaba dos días a la semana, combinaba días de alto y bajo volúmenes, dos veces a la semana la parte principal del entreno consistía en series de 100, 500 ó 1000, tratando de mantener las pulsaciones por debajo de 140’.
A Ricardo lo entrenaba Alberto ( a mi entender, el que mas sabe de natación en Fuerteventura y conocido como “el crac de la natación” porque con dos semanas de calentamientos no hay quien pueda con el), así que su éxito estaba garantizado.
Expedito hacía el entrenamiento por “sensaciones”, yo le di unas recomendaciones generales, nos preguntaba constantemente a Iván, a Alberto y a mí, llamaba todos los días a Oliver y José Carlos ( organizadores de la travesía) para saber todos los detalles de la prueba, un día decía que tenía que darle caña y al poco rato que no nadaría mas hasta la Bocaina.
Ricardo, Expedito y yo quedamos los domingos en la playa de Gran Tarajal para hacernos dos o tres horitas continuas, pero Ricardo no pudo ir la primera vez por gripe, la segunda por gastroenteritis y la tercera por otitis, tuvo tantos inconvenientes que yo como médico empezaba a sospechar que lo que tenía era “ apendejitis” ( apendejao, acobardao).
Justo una semana antes de la travesía fui yo el que comenzó con diarreas, así que al ver que pasaban seis días y seguía “ aflojándome”, decidí usar el remedio de la abuela “ puré de plátano verde hervido” ( dicen que cierra el culo herméticamente), solo quedaba esperar su efecto.
El día antes.
No faltó nadie de Fuerteventura, allí estaban en el barco: Ricardo ( club Trifruert), Expedito y yo ( club Calima), supimos que también irían Portella y Noelia ( dos máquinas del club de natación Jerez que vivían también en la isla). Yo estaba contento aunque todavía con temor a las diarreas, por ello en mi bolso, con el neopreno, las gafas de natación y el bañador, iban dos plátanos verdes para por si acaso.
Ese día en la reunión todo estaba muy bien organizado, tras el recibimiento volvieron a explicar las reglas: saldrían tres grupos: uno lento con gorros rosas ( a las 8:00, 16 integrantes y en el estaba Expedito), uno medio con gorro rojos ( saldría a las 8:30 con 20 participantes incluidos Ricardo, Noelia y yo) y el rápido con gorros amarillos ( salía a las 9:00, con 10 nadadores , entre ellos Portella). La regla básica era sencilla: nadie podía quedarse descolgado del grupo, en ese caso debía abandonar la prueba, excepto en los últimos tres kilómetros que eran libres y cada cual podría nadar a su ritmo, al final se restarían los 30 minutos de diferencia para la clasificación final. También se podría pasar de un grupo a otro, pero solo cuando coincidieran.
Estuvimos hasta las tantas conversando y haciendo quinielas sobre los favoritos: ¿ El de madrid? ( 34 minutos en el 3000 y el estrecho de Gibraltar unos meses antes), ¿ El alemán? ( los alemanes siempre son metódicos y peligrosos), Portella? ( el segundo mejor tiempo de los inscriptos y gran experiencia en travesías), los de Cáceres?, los tres mosqueteros de las Palmas? ( a pesar de aportar el peor tiempo del grupo rápido, habían hecho 2-3 veces la bocaina y Angel Turegano había ganado una vez).
Ricardo, Expedito y yo teníamos un objetivo claro: disfrutar la prueba, pasarlo bien y llegar a la meta sin necesidad de ingreso hospitalario.
A las cinco de la mañana sonó el despertador, había que ir preparándose, desayunar e ir al baño ¡¡¡ estaba estreñido!!!, parece que el plátano verde había hecho efecto así que buenas noticias.
La travesía.
La mar estaba “echá” y Fuerteventura se veía “en casa el carajo”, me alegró mucho que viniera el hermano de Juan Pedro a animarnos en la salida, luego las fotos, los nervios y a nadar. El grupo lento salió tranquilo, el medio mas animado y según me enteré luego, el rápido salió a todo vapor.
Ya estaba dando las primeras brazadas de las muchas miles que daría ese día, las sensaciones eran buenas, pero el ritmo era mas rápido de lo que tenía previsto, pensaba que ya era tarde para arrepentirme pues en la meta estarían esperando mi paciente mujer con mis hijos y amigos, así que me dije: hay que apretar los dientes y adelantar mientras se pueda, que después ya veremos, algunos intentamos amotinarnos y disminuir el ritmo, pero lo único que se hacía era ir cada vez mas rápido, a los sesenta minutos nuestro grupo había alcanzado al lento, habían “dos gallos tapaos” que tiraron y sofocaron a la gente hasta que pasó el rápido y se unieron a el.
El mar empezó a enfurecerse, las olas iban a la derecha pero la corriente nos desviaba constantemente a lobos, cada cierto tiempo sentía a Martín desde la canoa: - endereza Manolo. A mitad de la bocaina el fondo del mar se veía oscuro y con brillantitos y algunos empezaban a quejarse de nauseas y calambres.
El primero en abandonar de mi grupo fue una chica, nadaba muy bien, el año antes lo había intentado en primer grupo y no lo consiguió, este año lo intentaba en el grupo medio y tampoco la acabó, parece que estaba indispuesta, me dio pena por ella pero al siguiente día nos dio caña a todos en la travesía de Lobos, siendo la 1º fémina y 9º puesto de la clasificación general.
A los 10 kilómetros Noelia decide no continuar, cosa que me extrañó porque veníamos todo el rato nadando juntos y no me impresionaba agotada.
A un nadador que no llevaba neopreno la organización le obligó a abandonar y terminó en hospital con hipotermia, aunque finalmente se recuperó bien.
En el fragor natatorio Ricardo me comenta que tiene los cuadriceps y gemelos “ subidos” y que cree que se acabó la travesía, allí hicimos piruetas y pude estirarle con disimulo, no fuera a ser que le obligaran a abandonar, como el grupo lento estaba cerca, se unió a este, pero cual no fue mi sorpresa cuando al poco rato me lo encuentro nuevamente en las “fauces del lobo” ( el grupo medio), “me dijo que nadando sin darse cuenta”, ya no había marcha atrás.
Cuando llevaba cuatro horas nadando los brazos y hombros me pesaban un poco, pero pasadas las cinco horas los tenia como los del “ Increíble Hulk” y parecía como si llevara un cepo en la nuca. Corralejo estaba cerquita, pero ¡¡nada que nada y de tierra nada!!, seguía estando cerca pero no llegaba a la puñetera orilla, así que sigo un poquito más ¡¡UFF…!!, veo el fondo cada vez menos hondo y parecía que la gravedad tiraba de mis hombros aunque de aliento estaba bien, en un momento pienso que ya doy pie, pero al intentarlo todavía no tocaba fondo, es entonces cuando oigo la voz de mis hijos Manolito y Mateo: - papaaaaa’, ese grito renovó mis energías y me dije: vamos Manuel que acabaste la prueba, solo es cuestión de 5 brazaditas: 1, 2, 3, 4 y 5…tierraaa, llegué hasta la mismita orilla, donde me esperaba mi mujer e hijos, además de amigos ( Juan Pedro, Alberto, Jorge y familia, Charo y marido…), la alegría no podía ser mayor, lo había conseguido en 5 horas y media, la emoción me hizo olvidar el cansancio.
Después de hablar con mi familia y amigos, reparé que habían en la orilla entre 12 y 15 nadadores con gorros de todos los colores: 4 amarillos, 3 rosas y el resto rojos, así que había llegado entre el 10º y 15º de la general.
Los primeros puestos fueron para los tres de las Palmas ( solo conozco al 2º: Angel Turégano, hermano de Javier), tardaron algo mas de 4 horas, para mi sorpresa se habían retirado la mitad de los nadadores del grupo rápido y Portella llegaba en esos momentos con tiempo final de 5 horas y 14 minutos ( único sin neopreno que acabó la prueba y creo que 8º de la general). Ricardo terminó contracturado y cansado pero contento con la faena y tiempo final de 5 horas y 45 minutos. Expedito llegó a las 6 horas y 40 minutos, no parecía cansado pero me dijo que le dolían hasta los pulmones. El último en llegar tardó 7 horas y media, fue al que mas aplaudieron.
Atrás habían quedado los entrenos y sueños, ¡ que reconfortante es ponerse metas difíciles y lograrlas, sobre todo cuando no ganas nada material: solo una medalla, un diploma, una paella y amigos tan locos como tú.